¿Qué son los ladrillos refractarios?
Un material refractario tiene como características principales su alto coeficiente de elasticidad térmica, con alta resiliencia y con puntos de fusión muy elevados.
Los vidrios y cerámicas refractarias son capaces de soportar temperaturas de miles de grados Celsius y aun así permanecer indemnes.
Los ladrillos refractarios generalmente están elaborados con alúmina y de sílice, siendo el resto una mezcla de óxido férrico y titanio, principalmente. Por el contrario, los de mampostería están hechos de sílica, alúmina, magnesio, cal, álcalis y óxido de hierro.
Por otro lado, las moléculas de su estructura adquieren una capacidad adaptativa fenomenal y que les permiten adaptarse a los cambios bruscos de temperatura. Esta capacidad, le permite a los ladrillos refractarios asumir temperaturas cambiantes en cientos de grados sin fracturarse o colapsar.
El ladrillo refractario soporta estupendamente el calor, por lo que puede ser sometido a temperaturas extremas. Puede resistir la exposición a temperaturas superiores a los 1500º C. Por lo general un ladrillo cocido regular, colapsa a los 700º C, por lo que el ladrillo refractario, prácticamente duplica su capacidad regular.
Esta capacidad de resistencia se combina con una muy baja conductividad térmica, lo que permite ahorrar energía, es decir, ante una fuente de calor, los ladrillos refractarios pueden mantenerse fríos al tacto hacia su otro extremo sin que esto reste su capacidad de contención térmica. La capacidad refractaria de los ladrillos refractarios los ha convertido en ignífugos y, prácticamente, indestructibles.
Este tipo de ladrillo lo utilizamos en la construcción y revestimiento de nuestros hornos de leña fijos, giratorios, o de fuego indirecto, así como también en nuestras parrillas o barbacoas.